Monday, January 16, 2006

HOJAS DE NOVIEMBRE


En noviembre no existe el atardecer. En el mes de noviembre la luz del sol de repente agoniza, y el viento frío recorre los rincones más inhóspitos del alma. Ha sido un duro día de trabajo, y no tengo siquiera el consuelo del guerrero que vuelve a casa. Dicen que el hogar está donde está el corazón, y yo no tengo corazón. La conclusión es fácil cuando las premisas son tan simples.
Asciendo la Cuesta del Espíritu Santo, y junto a la Iglesia que la embellece siento la necesidad de rezar. Rezo desde muy dentro y también pido cosas sencillas, acaso porque sean más fáciles de conseguir. Continúo mi camino y un gran estruendo de coches rompe mi aislamiento. Creo que he estado a punto de morir atropellado y mi pulso ni siquiera se ha alterado un ápice. Repito: no tengo corazón.
Las caras de la gente son grises en noviembre, salvo cuando la piel es clara. Cuando la piel es clara el gris se tizna de un color rojizo fruto del frío cortante; Quizá por eso cueste tanto sonreir en noviembre.
Una... dos... tres... diez... tres... dos.. una... yo. Me he quedado solo en el parque. Se han marchado todos, incluida una pareja que, entre las luces de las farolas y las sombras de los matorrales, rubricaban mil y una caricias en claroscuro, formando paisajes que ni El Greco hubiera podido soñar. Aunque todavía no es tarde pronto van a cerrar. Sólo un perro despistado se ha acercado con intención de olisquearme, y su dueña, desde lejos, le ha llamado la atención. En otra época hubiera entendido que con su regañina le advertía de que no me molestara, pero sé muy bien que, hoy, no era esa su intención. Una llamada a tiempo evita conversaciones forzadas, y las conversaciones sobran cuando el frío provoca que duela hasta la respiración.
Durante más de una hora he recogido del suelo hojas secas, en especial las de los falsos arces. Después, con metódica paciencia, he apartado aquellas que presentaban mayores y mejores nerviaciones, y he evitado las que presentaban roturas. Cuando llego a casa lavo cuidadosamente las hojas, les quito el polvo que se les adhiere al estar en el suelo, y cuando están limpias las seco con una toalla presionándolas suavemente. Finalmente busco un periódico para depositarlas entre sus noticias, y espero que el tiempo y un poco de peso termine de obrar el sencillo milagro de convertirlas en pequeños lienzos de tela natural.
Animado por la idea de componer mi cuadro emprendo el camino de regreso a casa. Surco las calles y me detengo ante el quiosco de la Sra. T..
- "Déme una chocolatina, por favor".
- "Aquí no se da nada, je-je, si quiere se la puedo vender".
- "Lo que usted quiera, pero dése prisa, por favor".
- "Tiene apartadas también dos cajas de música, para la niña".
- "Otro día me las llevaré; Ahora no tengo dinero suficiente".
- "¡Pero hombre: ¿es que no hay confianza?. Llévelas y ya me las pagará otro día; Mañana, por ejemplo, cuando tenga el dinero!.
- "Entonces mañana me las llevaré".
Pago y abandono el local que huele a humo. Mi misión está cumplida, y es lo que importa. Mi niño llama por las tardes a la oficina para explicarme cómo están las cosas, y siempre me pide en bajito si puedo llevarle algo.
Llego al portal. Tras varios intentos acierto con la nueva combinación numérica que dota de seguridad la apertura de la puerta. Llamo al ascensor que debe elevarme hasta el séptimo piso y ahorrarme ciento diecinueve escalones. Los he contado muchas veces, tantas como las ocasiones en que se ha estropeado el ascensor y he tenido que portar en mis brazos la silla de M.. Entro en casa, y mi niño me recibe.
- "¿Me has traído algo?", pregunta mientras busca en mis bolsillos.
- "Hoy no se merece nada, porque se ha portado muy mal conmigo durante el camino de vuelta a casa", responde su madre desde la cocina.
Le miro y no replica.
- "¿Es eso cierto?".
- "Puede".
- "Entonces... ya sabes lo que hay".
- "¿El qué?", contesta emocionado.
- "Que no hay nada".
- "¿En qué quedamos: hay o no hay?".
Es muy listo, y me hace sonreir.
Dejo la gabardina en la habitación y me dirijo hacia la de M.
- "¿Qué dice el informe del médico?".
- "Ha pasado el día muy intranquila y no ha querido merendar. Cuando hemos llegado le he dado un postre de frutas y se ha quedado dormida".
- "Pues dejémosla que siga durmiendo; Seguro que le vendrá bien".
Quedo a solas con M. y la observo. Está profundamente dormida. Al estar tan relajada consigue que olvide por unos instantes su escoliosis, y decido medirla. Tomo la cinta métrica. Mide un metro con seis centímetros. "Es pequeñita porque no necesita más" -pensé-. Acerco mis labios a sus mejillas y la beso. Enredo mis dedos en sus rizos y vuelvo a besarla. Es demasiado el cariño y pienso en lo que lleva pasado. No puedo reprimir que se humedezcan mis ojos.
Después de lavar y secar las hojas acudo al salón. Tomo un periódico atrasado y busco sus páginas centrales para depositarlas entre ellas. Al abrirlas descubro una fotografía de la Estación Termini en la que una pareja se besa mientras otra chica despide a su novio subido al tren que se aleja. No puedo por menos que pensar en Mary Forbes y en su dilema a la hora de decidir si tomaba aquel tren y regresaba a su pasado o si, por el contrario, se quedaba en Roma junto a Giovanni, su amor verdadero. Una voz me trae de nuevo a la realidad, sin dilemas.
-"La cena está en la mesa".
Coloco las hojas encima de la Estación Termini, cuya visión se arruga a causa de la humedad. Cierro el diario y deposito un pesado libro encima, el cual me ayudará a que consiga mi pequeño milagro. Toda ayuda es buena cuando no eres un dios. Al fin y al cabo -pienso- no soy Montgomery Clift.
- "Ya voy".
En noviembre no existe el atardecer. En el mes de noviembre la luz del sol de repente agoniza. Llegan las noches, desoladoras y cotidianas. Monótonas a veces, como el ritmo de las ruedas del tren sobre los raíles. Tristes a veces, como el aleteo de un pañuelo en la despedida de un andén.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Has creado de forma genial un ambiente cotidiano de tristeza. Suerte, cualesquiera que sean los motivos. Prometo volver. Besos.

25/1/06 5:02 AM  

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