Monday, January 16, 2006

ESTÁS AQUÍ.

Mi querida enemiga:
Disculpa mi tardanza. Ya sé que he estado unos días retirado, pero sabrás sin duda disculparme otra vez. Súmalo como nueva deuda a la cuenta de mis despropósitos. Espero poder pagarte algún día todo lo que te debo, aunque es tanto lo que tengo que agradecerte que no tendré otro remedio que morir una nueva vida para ti.
Me he asomado a tu ventana para decirte que todas las noches, siquiera un instante, sueño con ella. Acaso obedezca a su eterno recuerdo, no lo sé, pero no puedo apartarla de mi memoria. Ni quiero.Verás: fue demasiado pronto y quedaron muchas cosas por decir, por decirnos. En un ápice... su adiós. Si fuera el caso (no hablo de eso) recordaría al viejo poeta amigo: "es tan corto el amor y es tan largo el olvido...". Insisto: no; No hablo de eso, sino de algo mucho más profundo. E íntimo.
Me duele pensar que no llegué a comprenderla demasiado bien. Ella, y sólo ella, hubiera podido conseguirlo, y sin embargo no quiso, o no supo. Ella, y sólo ella, aun sin mi ayuda, la de su mejor cómplice, hubiera podido.
Verás: hace muchos años que su vida ya no lo era. Necesitó de excusas para seguir luchando y las tuvo, por dos veces. La primera mi hijo, un mes de enero que le dio la vida, hace ya casi diez años. La segunda mi hija, un mes de julio que le mostró el camino hacia la muerte, hace escasos cinco. Y fui yo quien le dio ambas excusas. Pero pudo más la pena de no poder tomarla en sus manos, ni acariciarla sin temor, que su olor a bebé.
Escuché no hace mucho (gracias, Almach.) una hermosa canción. Faith soñaba que su amor se le acercaba sobre unas alas plateadas, y juntos surcaban un cielo de colores. Tan enamorada estaba que veía su rostro reflejado en el de un niño, escuchaba su risa en la de otros hombres y cada resplandor del cielo reflejaba su mirada. Pero él ya no estaba con ella porque se había ido para siempre. Sin embargo, él permanecía con ella cada instante, noche y día, despierta o dormida. Y Faith se preguntaba, y nos pregunta a todos, qué es lo verdaderamente real, si lo que podemos ver y palpar o si lo que podemos sentir.
Yo encontré la respuesta. Lo único cierto, la única verdad es lo que podemos sentir. Es por eso por lo que nadie muere para siempre si permanece en nuestro recuerdo. Y no tengo que recordarte, y tú vives, porque yo no te olvido y te siento.A pesar de ello no te imaginas cuánto me gustaría volverte a ver.
Pero... ¡guárdame el secreto!

0 Comments:

Post a Comment

<< Home