Monday, November 13, 2006

EN AQUEL ENTONCES



No quiero acostumbrarme a la belleza de la luz del alba. No quiero porque deseo disfrutarla cada día como si fuese un regalo inesperado. Cada minuto el cielo cambia sus colores, a medida que la poderosa luz del sol se abre camino haciendo que las sombras de la noche huyan despavoridas, incapaces de resistir la belleza que despierta a la claridad del nuevo día.

Siempre me gustó contemplar los paisajes, extender la mirada hasta lo imposible. Como cuando era niño y saltaba con todas mis fuerzas tratando de ver qué se escondía más allá de la línea donde se besan el cielo y la tierra, y siempre estaba seguro de haber visto lo que nadie, jamás, había podido contemplar. Allí, detrás de la última frontera, pude ver a Doña Ana María en el castillo del Conde de Torres, asomada al balcón mientras esperaba la llegada de su Guerrero del Antifaz; y al Duque de los Picos, y a los hermanos Kir, y a la Mujer Pirata, y al malvado Alí Kan, luchando todos juntos bajo las encinas que salpicaban un mar de trigo en unos campos de cuyo nombre no quiero olvidarme.
Hoy nada es lo mismo. Ni los sueños, ni los objetivos, ni siquiera las ilusiones son las mismas. Voy cambiando y, conmigo, una vida a la que me aferro y de la que quiero conservar los recuerdos de entonces. Porque no dejo de pensar lo curioso que resulta comprobar que lo único que permenece inalterable es, al mismo tiempo, lo que nos cambia a todos nosotros.
Veremos los mismos cielos y disfrutaremos de sus mil colores; transcurrirán las mismas horas y los días seguirán durmiendo en sus noches. Pasaremos por la vida surcando nuevos mares, descubriendo nuevas tierras, hasta que un día, sin apenas saberlo, lleguemos a nuestro último horizonte. Y cuando echemos la vista atrás sabremos que el Tiempo, el que todo lo cambia y nada respeta, seguirá joven en su senectud, burlándose sin remedio de quien no supo disfrutar lo que tuvo ante sus ojos, cuando hubo un "aquél entonces", cuando desbordaba a raudales la misma vida que también sabe decir adiós.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

-Poff, pum, paff; Tocada y herida. Jolines que bien lo has narrado, mientras te leía te sentía como un personaje histórico fantástico, como aquellos libros que se devoran en plena adolescencia en busca de aquel tesoro que terminado el libro, aún no encontrabas....así estuviera en la misma boca del Nilo.
Un beso que es histórico oye....(alomejor resulta que era el verdadero tesoro, vaya usted a saber tú).

13/11/06 8:56 AM  
Anonymous Anonymous said...

Teníamos el futuro por delante entonces, estaba por llegar lo que hoy tenemos, lo que somos. De la misma forma sucederá con el mañana, ayer-hoy-mañana-ayer-hoy-mañana...y así el carrusel de la vida gira sin fin; mientras para los que vamos subidos en él todo permanece inmutable, los que están abajo van cambiando, unos llegan y otros se ausentan, todo cambia.

Te confieso viejo amigo de tantos años ya, que en lo más profundo de mi se va operando un cambio lento, maduro. Me voy haciendo más contemplativo de las cosas, del mundo, y eso me duele tanto a veces que hubiera preferido ser diferente, pasar por las cosas mucho más por encima, pero no es así. Por eso cada vez más me duele el jodido tiempo ese del que hablas.

En fin, que un abrazo fuerte. Me gusta como escribes, cabronazo.

15/11/06 1:10 AM  

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