SIMPLEZAS

Somos felices cuando amamos a alguien que, estando cerca, está con nosotros.

Echamos de menos cuando amamos a alguien que, estando lejos, está con nosotros.

Nos entristecemos cuando amamos alguien que, estando cerca, no está con nosotros.

Queremos morir cuando amamos a alguien que quiso estar cerca, y alejamos de nosotros.

CADENCIA

Anoche, mientras dormías, los dioses descargaron toda su ira en forma de viento y lluvia. Asomado a la ventana de nuestro dormitorio mi mirada se extendió a lo largo de calles vacías, surcadas tan solo por las hojas de los árboles que navegaban el asfalto como si fueran barcos a la deriva. Parece mentira, pero apenas hace un mes que las risas de los niños jugando hasta la madrugada inundaban esas mismas calles, hoy más tristes a causa de un otoño frío, prematuro y hostil, empeñado en que, por cielo, tengamos los techos de nuestros hogares.

Te miro y escucho tu respiración cadenciosa, acompasada. Duermes profundamente. Ni siquiera el vendaval que azota la noche desvela tu sueño; Ni la lluvia golpeando los cristales; Ni el resplandor de la luz de la escalera; Ni mis pasos buscando su habitación; Ni el crujir de la madera; Ni siquiera el sonido de las charnelas al abrir su puerta.

Al cabo de unos minutos entraste.

- "¿Por qué te has levantado?" -Te pregunté-.

- "Me pareció oir que se quejaba la niña".

De nuevo en la habitación. Arreciaba la lluvia. Te acostaste formando un ovillo. Al instante, tu respiración otra vez en cadencia, de nuevo acompasada, tranquila . Yo, despierto, sólo podía sonreír.

Ni vientos, ni lluvias, ni hielos, ni tempestades, ni nieves, ni granizos, ni huracanes, por grandes que sean, interrumpen tu sueño.

Otra cosa es que susurre tu niña.